Educación: ¿superamos la enseñanza memorística?
Artículo publicado en Expreso el 21 de febrero de 2014
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El tema educativo probablemente sea el más complejo y peliagudo que cargamos. Peliagudo, por involucrar a más de 10 millones de personas (entre alumnos y profesores solamente). Complejo, por requerir completa reorientación con cambio de actores y escenarios. Podríamos compararlo con una papa caliente pues nuestros gobernantes tan pronto la cogen la sueltan. O porque no saben cómo pelarla o porque temen chamuscarse. (Bajo el supuesto optimista que saben muy bien qué hay que hacer con ella.)
Ahora bien, para enrumbar el país al desarrollo, poco cuenta la enseñanza memorística y, por tanto, repetitiva; como siempre se dio a todo nivel en el país (desde inicial a universitaria, estatal y privada; Michael Porter, CADE 2010 y León Trahtemberg, `De sentido común´). Hay que pasar entonces del `alumno grabadora´ al `alumno pensante´.
Antes de la llamada globalización, el desarrollo económico transcurría tan pausadamente que daba tiempo a cada generación para ponerse al día moviéndose sólo dentro de cánones repetitivos. Ahora, el ritmo de los cambios se acelera tanto que si una generación nuestra es educada con igual pauta repetitiva se quedaría rezagada como lo vemos ahora. Entre las últimas del mundo. Y si no cambiamos de raíz nuestro sistema educativo, pronto podríamos entrar al récord Guinness pero al revés, donde quedaríamos solitos y bien lejos del penúltimo.
Dos ejemplos patéticos que ilustran nuestra falta de preparación para responder a situaciones nuevas que, además, cambian rápidamente: 1.- La geografía se “enseña” en clase cuando debe enseñarse viajando. Nos pintan en la pizarra las 3 regiones naturales, etc.; pero si los chicos viajaran podrían ver que la selva tiende a desaparecer por la tala indiscriminada, el narcotráfico y la minería ilegal, lacras que prosperan inconteniblemente. Estos valores (ecológicos) se siembran temprano o no fructifican nunca. 2.- resultado de nuestra “educación”.
Si observamos en cualquier esquina con tráfico congestionado, podemos ver cómo los conductores cierran los cruceros ocupándolos completamente frente a los guardianes del tránsito, y ambos pueden desgañitarse alimentando la contaminación sonora con pitos y bocinazos esperando que con la bulla el tráfico se aligere. Sería como visitar un médico “super memorístico” por un problema circulatorio originado por ligas y pretinas en brazos y piernas y, nuestro despistado médico, en lugar de liberarnos de dichos torniquetes nos receta pastillas para agilizar la circulación. Porque así se lo enseñaron: ¡para la circulación… tal pastilla!, etc.
Artículo publicado en Expreso