Lima de siempre: tramposa y mojigata
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Gracias a Ricardo Palma, por cuyas venas corría también la lujuria africana, podemos enterarnos de las primeras señales de la hipocresía limeña: las tapadas. Que salían cubriéndose el rostro para no ser “mal vistas” al correr sus aventuras a espaldas del marido. (Quedando para otro apunte el origen de esta desvergüenza asolapada.)
Sin abundar en las diferencias orgánicas entre ambos sexos, lo cierto es que los varones sin pareja tienen urgencias glandulares que tornan imprescindibles los encuentros amatorios. (Así llamados aunque no medien sentimientos más elevados.)
Entonces, debemos señalar la enorme carencia que presenta Lima (una de las ciudades, ya, más grandes del mundo): la falta de espacios adecuados y debidamente acondicionados para que citadinos y visitantes puedan acceder sin peligro a estos servicios, como ocurre en muchas ciudades de los países más civilizados. Por ejemplo, en una de las capitales europeas de mayor renombre, el “Red district”, ubicado en su centro-centro, no es sólo un sitio bien presentado sino todo un atractivo turístico. Sin que medie violencia, escándalos ni “vergüenzas” de ningún tipo. Es más, si un turista alojado en un hotel pregunta al o a la dependiente por lugares importantes para visitar, además de museos y demás atractivos alrededor, mencionan obligadamente tal espacio donde, además, se pueden encontrar tiendas especializadas con objetos, literatura, etc. que no dejan mayor espacio a la imaginación.
En cambio en nuestra Lima querida tenemos a las autoridades elegidas por nosotros, persiguiendo y cerrando locales que pululan inevitablemente en forma ambulatoria y clandestina ofreciendo, a escondidas y correteos, unos servicios que amenazan la seguridad, tranquilidad y salud de los ciudadanos, a más de sembrar vergüenza y culpabilidad a su alrededor.
Pero lo que más grotesco resulta es ver ahora a nuestra alcaldesa, que cuando candidata levantaba las banderas de la modernidad, el progreso y las libertades, disponiendo ahora la persecución de las personas que viven de estos oficios, cerrando locales y amenazándolos con sanciones, sin hacer nada por cambiar el rumbo pacato y mojigato de nuestra querida ciudad. ¡Igual que todos sus antecesores! ¿Así se combatirá la lacra de las violaciones y feminicidios que se extiende alrededor nuestro en forma cada vez más alarmante; agravando más la inseguridad ciudadana?
Lima, 19.XI.2013