De cualquier observador extranjero instruido y supersticioso pero amante del Perú podríamos escuchar la siguiente penosa conclusión: los peruanos no aprenden nada de lo que les muestra la historia. No hay una sola experiencia política en el mundo a lo largo de los últimos 100 años en que un país dirigido por gobiernos estatistas haya tenido éxito. Esa lamentable historia comienza con el invento del estatismo en la ex Unión Soviética. Hay opiniones divergentes sobre porqué colapsó ese régimen completamente estatista (de izquierda). Una opinión muy difundida es que perdió la Guerra Fría enfrentada con Occidente liderada por Estados Unidos. Y no es la única explicación. Pero la inconsistencia de fondo de esta interpretación la revela no sólo la subsistencia de China, el país más pobre del mundo hasta que comenzó a sacar su economía del navío estatista convirtiéndose en menos de 40 años en la segunda potencia económica del planeta. Podemos ver alrededor nuestro cómo están empantanados hasta ahora los países que insisten en su adhesión a las políticas económicas estatistas. 

Pero no sólo los regímenes estatistas de izquierda sufren estancamiento. Hay muchos países en el mundo que si bien siempre estuvieron lejos del estatismo de izquierda -incluso en franca oposición a ellos- bien podríamos tipificarlos como estatistas de derecha. Y que, consiguientemente, también sufren del estancamiento económico y de sus inevitables consecuencias en lo social, político y cultural. Si tuviéramos un ecran circular y móvil en el tiempo para estos menesteres, bien podríamos ver a todos nuestros regímenes republicanos como estatistas de derecha: la persistencia de Petroperú ahora, desoyendo incluso la oposición de las comunidades adyacentes que sufren las consecuencias ambientales de su explotación. Sedapal igual, sin importar los cientos de miles de familias en Lima que pagan hasta 10 veces más por el agua que consumen, etc. ¿Y la gente? (El estatismo de derecha de Velasco merece desarrollo separado.)

Pero volviendo al estatismo de izquierda, las preguntas que se impondrían serían las siguientes: Si bien somos un país pobre, casi últimos en el mundo en desarrollo y en educación como herencia de nuestro estatismo de derecha; que de continuar 5 ó 10 años de frustración adicionales ¿Dicha decadencia no quedaría acaso multiplicada en poquísimo tiempo por un estatismo de izquierda? ¿Terminando el país en la ruina absoluta?

¿Y entrando a formar parte del último pelotón de estados del planeta, tipificados como estados fallidos? ¡Veamos a nuestro alrededor!

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Lima, 5 de abril del 2016.