El asunto de la corrupción comienza como un problema político y termina contaminando al individuo que compone el organismo social. Por lo menos en el Perú ya se considera como una verdad política, electoralmente hablando, el dicho “roba, pero hace obra”, lo cual va más allá de una simple resignación. (“Las consecuencias son graves -según Pedro José de Zavala en su artículo `Calladito te ves más bonito`, Correo, página editorial, 19.3.17- pues resultará casi imposible devolverle al pueblo la esperanza por un país decente, con justicia, sin corruptos y la mínima institucionalidad” -Las negritas son nuestras-.)

Ahora bien, como la finalidad de nuestras elecciones es la renovación de las autoridades administrativas del Estado: nacionales, regionales y municipales (además de las congresales), por un periodo de cinco años con opción a una reelección inmediata; y como la justa eleccionaria se da entre partidos, lo que tenemos es que las personas que funcionan como líderes de nuestros partidos políticos lo que buscan, en el fondo, es convertirse en autoridades administrativas en los niveles mencionados, con lo cual tenemos entre manos una mezcla perversa de partido y gobierno o, lo que es lo mismo, pero desde el punto de vista post electoral: “líderes” convertidos en gobernantes o, mejor dicho, ya a estas alturas, caciques convertidos simultáneamente en autoridades gubernamentales. (Aclarando que lo de “caciques” proviene del hecho de convertir a la militancia de sus partidos en activistas incondicionales de los dirigentes con las limitadísimas y degradantes funciones de propagandistas secundarios empleados únicamente para volanteo, pintado de muros, llenado y griterío en plazas y marchas, o integrantes de nuestras ya famosas “portátiles”.)

Lo perverso del asunto estriba, entonces, en la mezcla de lo que debe estar absolutamente separado: partido por un lado; gobierno por el otro (en sus diferentes niveles) o, en otras palabras, los líderes políticos (dirigentes de los partidos) devenidos en autoridades elegidas.

Para que esta separación funcione, los partidos deberían tener las siguientes atribuciones y límites:

1. Formulación del programa político que distinguirá a ese partido de los demás. Programa que se constituye como alternativa política para el futuro del país.

2. Formulación del Plan de Gobierno que se ofrecerá al electorado para el periodo entrante.

3. Capacitación de su militancia en:

3.1. La historia del país dentro de la historia del mundo.

3.2. La historia del partido y la de los otros partidos.

3.3. El contenido del programa político y plan de gobierno, incluyendo los de los otros partidos.

4. Divulgación permanente del programa político y plan de gobierno.

5. Actualización de sus programas políticos con el correspondiente balance de sus versiones precedentes.

6. Formulación de las listas electorales con las siguientes pautas:

6.1. Ningún miembro del partido (de militante de base a dirigente) integrará las listas de candidatos para cargos administrativos a todo nivel. (Tampoco soñar con incrementar la burocracia o medrar de ella.) Los líderes más reputados de los partidos deberían candidatear para congresistas.

6.2. . Los partidos buscarán comprometer a personas de amplio y reconocido prestigio ciudadano para la conformación de sus listas. (“Los mejores hombres, sean intelectuales o empresarios, esquivan los cargos públicos, dejando opción a grupos de delincuentes que se disfrazan de políticos para hacerse del botín del Estado.” Ronnie Jurado, El repunte de Julio Guzmán, Correo 18.4.17)

6.3. La captación de candidatos incluirá, además del titular de la lista, a los componentes de los equipos que colaborarán con los titulares o cabezas de listas a todo nivel (nacional, etc.)

6.4. El argumento central en la presentación ante los invitados sería el Programa Político y el Plan de Gobierno que se busca ofrecer a la ciudadanía de cara al futuro del país; además de la lista de candidatos al Congreso de la República.

6.5. La campaña electoral, entonces, giraría principalmente alrededor del Programa Político y del Plan de Gobierno como garantía de una buena gestión gubernamental; y, sólo en segundo plano, la presentación de las virtudes personales de los candidatos nominados.

7. Fiscalización de las autoridades elegidas en dos opciones:

7.1. Orientando y fiscalizando a las autoridades elegidas bajo su propuesta, y

7.2. Dirigiendo la oposición a los otros partidos y autoridades elegidas.

8. Formulación del balance político del periodo electoral realizado; como ganador u opositor en el periodo electoral que concluye, con la respectiva explicación a la ciudadanía.

9. Cotización obligatoria para todo militante y opcional para simpatizantes y amigos del partido.

Por tanto, el partido que ofrezca mejores programa, plan de gobierno, candidatos y colaboradores (de reconocido prestigio en su desempeño social) sería ser el ganador; lo que nos libraría de demagogos, aventureros, ignorantes, mentirosos, improvisados y cuestionados de todo tipo; que, ofreciendo “el oro y el moro” terminan seduciendo a un electorado que alimentará nuestro penoso historial político que nos exhibe como uno de los países más corruptos del planeta.

Amigos, ponemos en vuestra consideración los siguientes puntos:

1º Esta iniciativa, no obstante lo dicho en el primer párrafo, busca cambios positivos que mejoren nuestro futuro político, social y cultural; suponiendo coincidir con amplias mayorías ciudadanas.

2º Buscamos desarrollar y perfeccionar estos planteamientos.

3º Invitamos a los lectores que no hayan perdido las esperanzas en resolver el problema de la corrupción en el país en comunicarnos las inquietudes y sugerencias que se puedan desprender de esta lectura.

4º En caso de lograr interesar a un número significativo de interlocutores, buscaremos ampliar la cobertura a través de medios más avanzados y masivos de comunicación.

5º Sería muy importante difundir este mensaje a la mayor cantidad de ciudadanos con el mismo encargo de los puntos precedentes.

Lima, 12 y 18 de abril del 2017

E-mail: jmagreda2000@yahoo.es