Todo ciudadano (a) que vivió la política en nuestro país desde el final de la última dictadura militar (1978), para no ir más lejos, coincidirá con nosotros en que fuimos de mal en peor; recorrido que tampoco habrá llegado al fondo de nuestro desdichado y pestilente pozo político.

Aunque mis 78 “abriles” (febrero) no me hicieron perder las esperanzas ni el optimismo de que este calvario llegue a su fin, busco llegar a nuestro querido electorado con la siguiente propuesta, que ojalá la tome en cuenta buena parte de nuestros representantes congresales.

Nuestra reglamentación electoral debería poner el parche definitivo para que estas frustraciones no se repitan, poniendo como condición ineludible que ningún ciudadano salido de las sombras más oscuras de nuestra sociedad termine siendo elegido en los cargos más elevados, desde los niveles distritales más modestos, hasta los de mayor responsabilidad como los congresales y presidenciales.

Esta propuesta se centra en lo siguiente: Un candidato peruano no debe ser, de ninguna manera, un desconocido para la mayoría de nuestro electorado. Cualquier candidato o candidata debería exhibir algún antecedente meritorio.

Para lo anterior no se requeriría contar con acreditaciones académicas. Sólo haber obtenido algún mérito individual o grupal; tanto como profesional, estudiantil o laboral, sean estos últimos de cualquier nivel o especialidad.

Finalmente, lo más Importante: Haber demostrado su capacidad para trabajar en equipo.

Eso sería todo.

jmagreda2000@yahoo.es

Lima, 5-6 de noviembre del 2022.